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Luego de varios meses de trabajo interdisciplinario, la aparición del órgano coincidió con que la paciente, en tratamiento por el servicio de Nutrición, obtuvo el peso adecuado para operarse. 

El servicio de Trasplante Hepático del Hospital Garrahan realizó días atrás un procedimiento de reemplazo de hígado en una adolescente diagnosticada con obesidad severa, algo poco frecuente en pediatría. La cirugía era la única alternativa terapéutica para que la paciente siga con vida. 

Su diagnóstico es de cirrosis por atresia de vías biliares complicada con síndrome hepatopulmonar. “Son enfermedades progresivas que sin trasplante no tienen sobrevida. Gracias al trabajo interdisciplinario, se logró el resultado buscado para que pueda operarse”, expresó Esteban Halac, jefe de clínica de Trasplante Hepático. 

Para que se realice el procedimiento, tuvieron que coincidir la disponibilidad del hígado y que la paciente tenga un descenso de peso del 7%, algo que los profesionales de Nutrición consideraron adecuado para ingresar a quirófano. 

“La niña tardó cerca de tres meses en llegar a ese peso. Si no estaba al menos en tratamiento por su obesidad, era probable que el trasplante no prospere”, explicaron desde el servicio de Nutrición. Y agregaron que “tiene una obesidad importante por causa multifactorial: genéticos, medioambientales, conductuales y sociales, entre otras cosas”. 

En esa línea, aclararon que el objetivo “continúa siendo el mismo” después del trasplante. A su vez, añadieron que buscar que siga bajando el índice de masa corporal representa un “mayor desafío para cuidar al órgano nuevo”. 

El trasplante hepático es una terapéutica de alta complejidad que consiste en reemplazar el hígado enfermo de un paciente por un órgano sano de un donante fallecido —en el marco del sistema de procuración, que articula el trabajo de múltiples instituciones de todo el país para completar el proceso desde la donación al implante—, o de donantes vivos familiares. Todo esto, regulado y controlado por el Incucai.